CULTURA
otomí es un pueblo indígena
que habita un territorio discontinuo en el centro de México. Está
emparentado lingüísticamente con el resto de los pueblos de habla otomangueana, cuyos antepasados han ocupado la Altiplanicie Mexicana desde varios milenios antes de la era cristiana. Actualmente, los otomíes habitan un territorio fragmentado que va del norte de Guanajuato, al oriente de Michoacán y al sureste de Tlaxcala. Sin embargo, la mayor parte de ellos se concentra en los estados de Hidalgo, México y Querétaro. De acuerdo con las estadísticas de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de México, la población étnica
otomí sumaba 646.875 personas en la República Mexicana en el año 2000,
lo que les convierte en el quinto pueblo indígena más numeroso del país.
De ellos, sólo un poco más de la mitad hablaban el otomí.
Al respecto, cabe decir que la lengua otomí presenta un alto grado de
diversificación interna, de modo que los hablantes de una variedad
suelen tener dificultades para comprender a quienes hablan otra lengua.
De ahí que los nombres con los que los otomíes se llaman a sí mismos son
numerosos: ñätho (valle de Toluca), hñähñu (valle del Mezquital), ñäñho (Santiago Mezquititlán en el Sur de Querétaro) y ñ'yühü (Sierra Norte de Puebla, Pahuatlán)
son algunos de los gentilicios que los otomíes emplean para llamarse a
sí mismos en sus propias lenguas, aunque es frecuente que, cuando hablan
en español, empleen el etnónimo otomí, de origen náhuatl.
HISTORIA

SIMBOLO

IDIOMA
Las lenguas otomíes forman parte de la familia lingüística otomangueana,
una de las más antiguas y diversas del área mesoamericana. De entre las
más de cien lenguas otomangueanas que sobreviven en la actualidad, las
lenguas otomíes tienen su pariente más cercano en el idioma mazahua,
también hablado en el noroeste y el poniente del estado de México.
Algunos análisis glotocronológicos aplicados a las lenguas otomíes
señalan que el otomí se separó del idioma mazahua alrededor del siglo VIII de la era cristiana. Desde entonces, el otomí se fragmentó en las lenguas que se conocen actualmente.
La lengua nativa de los otomíes es el idioma otomí. En realidad, se trata de un complejo de lenguas, cuyo número varía de acuerdo con las fuentes consultadas. De acuerdo con el Ethnologue del Instituto Lingüístico de Verano, y con el Catálogo de lenguas indígenas del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali) de México, son nueve las variedades de otomí.
David Charles Wright Carr propone que son cuatro las lenguas otomíes.
De acuerdo con la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos
Indígenas de México (CDI), sólo el 50,6% de la población otomí habla la
lengua nativa de este grupo. En el año 1995, esta proporción
correspondía a un total de 327.319 hablantes de las lenguas otomíes en
toda la República Mexicana.
El cálculo anterior corresponde a un cálculo de la CDI en el que se
pretende incluir a los menores de cinco años que hablan otomí, que en
los conteos de población mexicanos no son contemplados. De acuerdo con
el I Conteo de Población de 1995, los hablantes de otomí mayores de
cinco años sumaban 283.263 individuos, lo que representa una pérdida de
22.927 hablantes en comparación con el Censo de Población y Vivienda de
1980, cuando se registraron 306.190 hablantes de lenguas otomíes.
La población hablante de las lenguas otomíes ha disminuido en los
últimos años. En cierta forma, esta reducción de los hablantes de otomí
se debe a la migración desde las comunidades de origen y a la
urbanización de su territorio étnico, que les impone la necesidad de
convivir con una población exclusivamente hispanófona en su mayoría. La contracción de la comunidad lingüística otomí también es resultado de los procesos de castellanización
a que han sido sometidos todos los pueblos indígenas de México. La
castellanización de los indígenas en México se ha entendido por mucho
tiempo como un proceso sustractivo, es decir, que implica la renuncia al
uso de la lengua materna para poder obtener competencia lingüística en la lengua española.
La castellanización de los indígenas se presentó como una alternativa
para integrar a los indígenas a la cultura nacional mexicana y para
mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, los programas de educación
indígena en lengua española han sido desacreditados por los críticos
porque implican, por una parte, la pérdida de la lengua nativa y, por
otro lado, no han servido para mejorar la calidad de vida de las
comunidades indígenas.
TRADICIONES
Persisten ciertas costumbres que
hablan del espíritu tradicional de la población. Son prácticas que afloran en
momentos cruciales de la vida, en los usos cotidianos o en los festejos. Entre
los grupos otomíes, se conservan con gran fuerza las costumbres relacionadas
con el "moshte" (ayuda durante la época de cosechas, algún festejo
familiar, o un velorio), el trueque y la celebración del "día de
muertos".

FIESTAS

Jiquipilco el Viejo celebra a Santiago Apóstol el martes
siguiente a la fiesta de la cabecera. En San José Las Lomas hay peleas de
gallos el 19 de marzo. Otras fiestas importantes son la de Nuestro Padre Jesús
(tercer domingo de enero), la Semana Santa, la Santa Cruz, los Fieles Difuntos,
la Virgen de Guadalupe, Navidad y Año Nuevo.
MUSICA
Existen algunas piezas musicales de
tradición otomí con riesgo de desaparecer, a saber: Chimarecú, Naki ma Tosho
Njú y Rosa María, Chicashti Deni. En otros tiempos durante los casamientos se
bailaba el Chimarecú al final de la fiesta para despedir a los compadres.